IRENE OTERO
Una joven llega a una isla huyendo de su pasado. Allí conocerá a su salvador, Elías, el hombre de ojos de búho que busca financiación para terminar su primera película. Pero, entonces, las señales: la sal derramada, el gato negro muerto, el mal de ojo
Y lo que parecía realismo sucio terminará transformado en un relato de terror psicológico, donde un viejo piso, frío y húmedo, ubicado frente a una fábrica abandonada a las afueras de la ciudad, constituirá el decora-
do perfecto de una historia que bien podría haber salido de la mente del director de Psicosis.
El estilo de Irene Otero, sobrio, contenido, hecho de frases cortas y precisas, va tejiendo, sin embargo, un suspense sutil, una angustia creciente que nos adentra en eso que Étienne de La Boétie llamó «servidumbre voluntaria» y que, de acuerdo con Laura Freixas, el feminismo debería explorar más: «Quizá el secreto de esta novela esté justamente en esa tensión entre el no pasa nada y el sí pasa, entre la certeza psicológica del miedo y la falta de herramien-
tas para reconocerlo y de palabras para expresarlo».
Porque esto va también de cuidados, de responsabilidad emocional, de máscaras familiares, de la relación entre la vida y la obra del creador, de crueldad disfrazada de juego o, lo que es peor, de arte. Come usted como un pajarito.