DE LESTRADE AGNÈS
Cornelius era un hombre que no había conocido el amor. Triste y solo, se dedicaba a inventar cosas: Semillas voladoras, rastrillos que
no funcionaban, ruedecitas de flores, etc. Pero un día, con un poco de cuerda, unos clavos y papel, ¡Cornelius inventó una máquina
para fabricar besos!