ROMÁN, ELENA
Si las ciudades son el reflejo de sus habitantes, ésta en concreto es el reflejo de gentes que no saben ni quieren estar quietas, que rechazan los cimientos, que hacen de la lógica otra cosa. Cuarenta y dos rincones de esta ciudad (organismos oficiales, zonas públicas, establecimientos comerciales, lugares de ocio, de culto, de pleitos...) son los que van girando y volviendo a girar para describirnos un lugar donde casi todo es posible y, lo que no lo es, lo será en alguno de sus múltiples giros. Un edificio que va cambiando de sitio, una relojería que vende relojes y tiempo, un colegio donde los adultos aprenden de los niños, un hotel para insomnes, una piscina para cocodrilos, una pista de patinaje donde cada uno debe llevar su propia nevada... son algunos de los componentes de este escenario urbano, absurdo, mágico, crítico y colorido que nos invita a visitarlo para vivirlo y, cómo no, para soñarlo. Para seguir soñándolo.