SÁIZ DE MEDRANO, IGNACIO
Málaga, 1846. El industrial y político gallego Don Ramón de la Sagra, un ?científico social? con ideas sociales muy avanzadas para su época, llega al este de la provincia con el propósito de transformar completamente una de sus actividades tradicionales: la fabricación de azúcar. Con sus conocimientos técnicos y sus ansias de progreso social pretende incorporar a la atrasada comarca del Castillar a los tiempos modernos de la Revolución Industrial. Su obsesión por triunfar pronto chocará con el inmovilismo de las élites locales, sus propias contradicciones como empresario y hasta la furia de los elementos.
Al mismo tiempo, una serie de horribles crímenes se suceden en la zona. El comisario de policía, un peruano en apariencia honorable e incorruptible, no consigue avanzar en la investigación, y se dejará enredar en las maniobras de los potentados locales para encubrir a los verdaderos culpables. El joven químico Juan de Dios Artacho, ayudante del gallego, ha sido el desencadenante involuntario de lo ocurrido, debido a sus actividades clandestinas y a sus amoríos con una rica heredera.
Tanto él como Juan Ginés Valero, el desafortunado capataz de la fábrica de azúcar, pagarán un alto precio por unos crímenes que no han cometido. El proyecto industrial se hunde, y con él las esperanzas del gallego para modernizar la región. Los protagonistas abandonan la comarca y se dispersan; sus destinos quedan marcados para siempre. Pero ambos consiguen redimirse de su fracaso, cada uno a su manera, al final de sus vidas.
Ignacio Sainz de Medrano (1964) se formó como
economista aunque se crio entre paredes de libros.
Apenas cumplidos los 50 años, abandonó su carrera profesional en el mundo de las finanzas para dedicarse a la escritura, vocación largamente postergada.