MATEO, ISABEL Y MEANA, INGRID
Este librito cuenta una historia insignificante: la de una niña con un bello nombre alemán que debía traer un resplandor de luz, pero a la que una nimia circunstancia del azar le robó una vida en plenitud: le quitó la palabra con la que hablar, las letras para leer, los números para contar, la razón para pensar. Y la desterró al vericueto sin salida de la limitación. Así se oscureció para siempre la brillante luz que podría haber sido.
Esta es una historia personal, pero también universal: parte del inmenso océano del sufrimiento humano. Que no tiene fin. En la discapacidad los sueños se desvanecen como el humo, las esperanzas se derrumban sin ruido y el futuro es un terror perpetuo a una interrogante que domina toda la existencia: que será de su vida ese día por llegar que es ya un eterno presente. O la galerna de lo irreversible. En la que la mente se convierte en losa de una tumba abierta y el corazón en una riada de pesares que arrasan cuanto encuentran. En el grado cero de la vida esa tortura se adueña de todo. Sangre que ninguna lluvia limpia.
Pero aquí, como en el famoso poema de Leopardi, esta niña-retama, flor nacida en un desierto, entre las lavas y cenizas abrasadoras de la discapacidad, luce su verdor en un paraje lunar donde todo es ruina y esparce allí una suave fragancia que al desierto agrada. Hermana de todas las penas y aflicciones, esa retama recoge agradecida cada minuto de protección que la vida le regala, devuelve defectuosamente los besos que recibe, ofrece sonrisas de felicidad, o lágrimas que saltan del cortocircuito de sus sentimientos.
Hay un robo aún más cruel que arrebatarle a un ser inocente la mente y el cuerpo: robarle por denegación la protección que necesita imprescindiblemente. Mucho más malvada que la Naturaleza, cruel madrastra tantas veces, es la Sociedad que incumple, cicatera, su sagrada obligación moral y humana de proteger sobradamente (con dinero, centros, colegios, leyes y seguridades) a esos miles y miles de indefensos, especialmente a los muchísimos que viven en familias sin medios ni remedio. Cuando una Sociedad comete crimen tan nefando traspasa una última frontera y penetra, sin perdón posible, en la barbarie. Háganlo personas o instituciones.