MARTÍNEZ, MARIANO
A lo mejor es la poesía el mejor sitio para morir. Lo mismo que amar es a lo mejor el mejor sitio para desaparecer. Si muere alguien que amas, entonces ¿qué?... La escritura poética, como la lectura, puede que sean sola mente formas de escuchar deslizarse una ausencia por nuestra carne hasta volverla real. La culpa, o sencillamente la responsabilidad, recae en esa deuda innegable de la lírica con el pulso literal de lo que no está, de lo que no se tiene: de la verdad. Lo que no está se da por eso mismo. En otras palabras, vuelve real lo real.
Lo que se pierde hace del mundo más mundo. En cierto modo, parece como si fuera la ausencia, o la muerte, nada más que una presencia por fin libre de cargas. En un libro titulado justamente La presencia pura, al hilo de una entrevista, cuando le preguntan «¿Qué sería la poesía?», responde Christian Bobin: «miras una nube y tiene la forma de un libro en el cielo y si hablas de esa nube como de un libro en el cielo, ya habrás ganado algo; estás muy cerca de lo real. (
) Es una dicha estar fuera del mundo. Los niños lo están de manera natural y las personas que sufren, a pesar de ellas, también lo están.